Dice el Banco Mundial que en Venezuela es más difícil emprender que en Siria. Pero el que lo logra, acumula un aprendizaje que vale oro.
Del 26 al 30 de noviembre, logramos abrir el capítulo de Chicas Poderosas Venezuela con un Taller de Periodismo de Datos para 25 profesionales e hicimos un Hackatón de Datos Abiertos con otros 25 programadores y diseñadores que se anexaron.
Tardamos casi un año en organizarlo, debido a las vicisitudes que se agravan cada vez más en el país, pero lo logramos, además, con el desarrollo de seis prototipos de periodismo de datos, de los cuales tres tienen futuro casi seguro.
Queremos compartir la experiencia, porque pensamos que puede ser útil, sin importar el país y las circunstancias que vivan. Esto fue lo que aprendimos:
Aprovechar a los venezolanos en el exterior. En el SDI habíamos soñado con conectarnos con Chicas Poderosas, porque nos abría la posibilidad cuesta arriba en Venezuela de montar un evento de formación para periodistas con invitados internacionales. Nathalie Alvaray, nuestra socia y becaria del programa JFK de la Universidad de Stanford 2015-2016, hizo el contacto en California con Teresa Bouza y ésta con Mariana Santos. También, Anamaría Carrano, otra venezolana en Miami, se unió al equipo desde el inicio, planteando para nuestro hackatón un desafío, un premio y un patrocinio, desde la ONG en la que trabaja (IAM Venezuela). Muchos venezolanos se quejan del talento que emigra, pero pocos piensan en cómo aprovecharlo donde esté.
La experiencia vale oro. Con Teresa Bouza ya habíamos organizado dos hackatones internacionales anteriores, así que teníamos ganada su confianza y apoyo: uno que hicimos en 2013, en la Redacción Única de Cadena Capriles -el primero que se hizo en un medio en Venezuela-, y otro de Ciudades Inteligentes que organizamos en Wayra Venezuela. Carmen Riera, mi otra socia, también había liderado por siete años la organización del Seminario de Diseño de la Información, de Cadena Capriles, todos durante el gobierno inestable de Chávez. Este aprendizaje acumulado nos permitió hacer músculo, tener casi todas las respuestas para las inquietudes de aliados y patrocinantes, y soluciones alternas para muchos de los problemas.
Arriesgarse pronto. Jamás hubiésemos ganado esta experiencia si no nos hubiésemos atrevido a hacer estos eventos desde la primera vez, en medio de tan malos augurios. Y esto valió en el caso del Taller de Periodismo de Datos y del Hackatón de Datos Públicos que organizamos en noviembre para abrir el capítulo de Chicas Poderosas en Venezuela. El panorama en el país, inclusive, con el triunfo de la oposición en Asamblea Nacional en diciembre pasado, pintaba un año de mucha inestabilidad política y de posibles manifestaciones de calle violentas. Nos dijimos: ¨Arriesguemos. No vamos a perder nada con intentarlo¨.
Consultar para definir necesidades. Mariana Santos nos planteó siempre que el tipo de taller lo definiéramos nosotras, dependiendo de la necesidad que había en el país. Nos planteamos hacerlo sobre transparencia, por la opacidad que hay en el Gobierno con datos que deberían ser de acceso público, pero consultamos a las posibles beneficiarias del taller sobre sus necesidades de formación en esta área. A través de la base de datos de Ipys Venezuela, que ya había dictado talleres de periodismo de datos, pasamos una encuesta para entender por qué las ideas planeadas en anteriores talleres no habían seguido desarrollándose y no fueron publicadas. Del resultado surgieron tres propuestas: pedir las ideas con antelación al taller para que las llevaran masticadas¨, diseñar un taller para un nivel más avanzado y hacer el hackatón para invitar a programadores y diseñadores a que impulsaran los proyectos de manera colaborativa.
Buscar aliados a tu propósito. Es muy difícil hacer un evento de formación, como estos, sin apoyos institucionales y multidisciplinarios. Inspirar a posibles aliados con el propósito de formar a las periodistas y de permitir a los ciudadanos el acceso a la información pública fue nuestro imán. Fue así como Ipys Venezuela se unió a nosotras en la organización del evento. Esta ONG no solo tiene experiencia en formación (en periodismo de datos y de investigación), sino en montar proyectos para solicitar fondos que permitan llevarlos a cabo. Para poder convocar a los desarrolladores, nos aliamos con dos escuelas de programación: la Academia Hack y 4Geeks Academy, quienes nos asesoraron, pusieron mentores y dieron difusión del hackatón en sus redes sociales y entre sus bases de datos. También Wayra Venezuela, la aceleradora de startups de Telefónica, se unió a nuestro objetivo y nos prestó su sede inspiradora con potente wifi (recordemos que nuestro país tiene la peor conexión a Internet del continente).
Montar un proyecto para buscar fondos. En Venezuela, las empresas han limitado los patrocinios, considerablemente y los medios tradicionales tampoco son una alternativa de apoyo monetario, porque los independientes apenas sobreviven para comprar insumos en dólares y pagar salarios. Por eso, montamos un proyecto y solicitamos recursos a la Embajada de Estados Unidos, que enseguida se conectó con nuestro objetivo. También, IAM Venezuela nos apoyó con un aporte en ese sentido. No vamos a contar aquí lo que significa enrolarse como proveedor de servicio del Gobierno de Estados, cuya tarea es casi como hacer un diplomado. Tampoco vamos a contar del pragmatismo que debimos aplicar a todo el tema logístico, con la escasez de comida y las restricciones de servicios básicos que vivimos en el país. Esto ya pudiera ser un artículo aparte y se ha contado mucho.
Juntar a un equipo de guerreras. Carmen Riera, Marianela Balbi, Marjuli Matheus, Danisbel Gómez, Elsy Torres, Claudia Furiati, Phalon Gómez y quien escribe montamos desde Caracas los dos eventos. Casi todas tenemos varios trabajos o actividades, porque somos inquietas y porque necesitamos hacerlo para mantener el nivel de ingresos cercano a la inflación. Así que debimos organizar el taller y el hackatón en paralelo a nuestras múltiples funciones. Hicimos una sola reunión presencial, muchas en remoto -por skype o hangout-, nos dividimos las tareas, hicimos un cronograma, nos fuimos comunicando por whatsapp y correos electrónicos, editamos documentos por Google Drive, pero sobre todo, trabajamos en equipo, poniendo el hombro cuando fuera necesario. Lo importante era que las cosas salieran bien y el resultado fue óptimo, según el feed back que recibimos de las participantes.
Invitar a instructores comprometidos. No fue fácil decidir a quién convidar como responsables para dictar el taller. No podían ser estadounidenses, porque el Gobierno de Venezuela debe aprobarles la visa y en los últimos meses se habían retrasado en este proceso e, incluso, conocimos casos de personas a las que no se las dieron. Debía ser, entonces, alguien con doble nacionalidad o nativo de un país iberoamericano, para ahorrarnos la traducción simultánea. Luego entendimos que también debían ser otros guerreros, porque la conflictividad política en Venezuela y las restricciones a los periodistas extranjeros no nos ayudaban. Fue así como dimos con los brasileños Natália Mazotte y Álvaro Justen, de la Escuela de Datos de Brasil. Ella, periodista, líder del portal Género y Número, y chica poderosa Brasil; y él, programador, activista del software libre y gratis, y docente. Ambos, súper comprometidos con nuestra causa, entendieron de nuestra restricciones, incluso, con las divisas, nos enseñaron un montón y aportaron muchísimo a los proyectos.
Reunir a un grupo multidisciplinario. En Venezuela, 60% de las redacciones están ocupadas por mujeres, pero muy pocas están en cargos de liderazgo. Una de las tareas más arduas fue escoger al grupo de periodistas que formaríamos con el taller y, luego, convocar a los programadores y diseñadores que se les juntarían para impulsar los proyectos que ellas comenzarían a trabajar en la primera fase. Escogerlas entre las que ya habían hecho los talleres de periodismo de datos de Ipys ya era una garantía del nivel de formación que tenían. Luego, consideramos que estuvieran trabajando periodismo de investigación o se estuvieran formando en esta área y que provinieran de medios diversos (tradicionales y nativos digitales). Pero lo más difícil fue enamorar a los programadores y a los diseñadores. Aunque hicimos una intensa gira de medios y una campaña en las redes sociales, la dificultad de haber planificado el hackatón para días de semanas y el hecho de que muchos de ellos se han ido del país o trabajan para empresas extranjeras nos limitó la concurrencia. Sin embargo, los que llegaron fueron suficientes para apoyar en los seis proyectos que salieron adelante. Ya sabemos que para el próximo evento, vamos a buscar como aliado a un instituto de diseño.
Convocar a mentores. Tener a expertos en áreas de programación, diseño, manejo de data, experiencia de usuario y periodismo de investigación y de datos que puedan apoyar a los equipos en sus mesas de trabajo o en micro presentaciones permitió que los prototipos se enriquecieron y salieran en dos intensos días de trabajo. También acertamos en la escogencia de tres jurados, especialistas en las mismas disciplinas, quienes debatieron intensamente en la defensa de los cinco criterios para escoger a los proyectos ganadores: interés periodístico, tecnología innovadora y escalable, grado de usabilidad, dificultad técnica y sostenibilidad a futuro.
Apuntar a proyectos relevantes y factibles. Hacer un taller y un hackatón en un país en el que no hay acceso a la información pública fue el mayor de los retos. Esto sin agregar que lo hicimos con dos riesgos latentes: que el Gobierno infiltrara a personas para espiar los proyectos (teníamos información de que uno se llegó a inscribir) y que la policía política (Sebin) criminalizara el evento, alegando que estábamos hackeando datos que organismo del Estado mantienen en reserva, pese a que debería ser pública. Por esto, decidimos no difundir en medios y redes el detalle de los proyectos y trabajar solo con bases de datos que estuvieran publicadas o que hubiesen recabado las periodistas que participaban en el taller.
Aún así, el resultado fue increíble: los dos proyectos que ganaron fueron #CriminalData y #VotoAbierto. El primero es una aplicación que permitirá a los periodistas cargar la data estandarizada de homicidios que hayan verificado (el organismo responsable no suministra esta información). El segundo trabajó la base de datos de las elecciones Parlamentarias 2015 para definir un buscador electoral que facilite la ubicación de data pública sobre votantes, estandarizada y geolocalizada para descargar.
#PoderopediaVE recibió una mención honorífica por la solución que presentaron de un buscador para identificar los “contratistas del poder” en el Registro Nacional de Contratistas, y que tuvo como iniciativa mejorar el que este año ya había desarrollado el portal digital El Cambur.
El equipo de #SOSMetroPatrimonio también obtuvo un premio especial otorgado por IAM Venezuela (Institutional Assets and Monuments of Venezuela) por concretar el prototipo del #Dañómetro, solución tecnológica que permitirá a usuarios del sistema subterráneo reportar alertas y valorar el estado patrimonial de obras de arte del Metro de Caracas.
Los otros proyectos fueron: #DeQueMorimos, prototipo que busca optimizar la visualización e interpretación periodística de estadísticas sobre mortalidad en el sistema de salud pública. Y #Bio_Venezuela, una herramienta en desarrollo con tecnología de geolocalización para reportar el alerta y monitoreo ciudadano sobre zonas ambientales amenazadas, como el caso del Arco Minero venezolano.
- CrimenData “en accion” Ganador de Hackaton Periodismo de Datos
- DañoMetro “en accion” Premio Especial Hackaton Periodismo de Datos
- Equipo Ganador de Hackaton Periodismo de Datos_CrimenData
- Equipo ganador Voto Abierto junto a Natalia Mazotte y Alvaro Justen (BR)_Hackaton Periodismo de Datos
- VotoAbierto activo Ganador de Hackaton Periodismo de Datos
Difundir y compartir lo aprendido. La clave para lograr tener aliados, patrocinantes, colaboradores y participantes es comunicar todo por los canales que tengamos a la mano. Contárselo a todo el que una encuentre, comunicarlo en las redes sociales, por las bases de datos de correos y en los medios masivos ayudará siempre en este sentido. El equipo de Forum Media nos apoyó en el objetivo de llevar el mensaje a la radio y la TV. El resultado fue más impactante, porque en Venezuela viene a ser casi subversivo atreverse a hacer este tipo de eventos. Las audiencias, incluso juveniles, lo valoran mucho, porque demuestra que es posible reconstruir el país desde iniciativas como estas. Al final, termina siendo mucho más inspirador.
Fue así como abrimos el capítulo de Chicas Poderosas Venezuela, pese a todo.
En Caracas, las chicas somos súper poderosas. No nos queda dudas de esto.
Yelitza Linares (periodista, coach de emprendimiento e innovación, cofundadora de SDI y líder de Negocios y Alianzas de El Pitazo.com)